jueves, 15 de abril de 2010

Cosa de insomnes

Dedico esta primera entrada del blog a su madre. No, no a su madre de usted, sino a la progenitora del blog que es la falta de sueño.
Desde que tengo memoria soy un ser nocturno. En mis años mozos la rutina era la siguiente: a las nueve de la noche, después de ver McGiver  (razon por la cual me uní a los scouts, pues era el requisito para usar navaja) me mandaban a dormir. Entonces yo deliberadamente recordaba una tarea que me habían dejado, un tema importantísimo que debía platicar con mis padres o cualquier pretexto semicreíble para permanecer más tiempo despierto. Cuando mis intentos fallaban, me iba a regañadientes a la cama, donde permanecía despierto esperando que los demás en la casa se durmieran. Entonces la casa era para mí. Podía ver los programas de adultos, ("El mundo de Luis de Alba" y "Las gatitas de Porcell") prepararme "platillos especiales" (generalmente pan bimbo con chocolate en polvo) y en fin, hacer lo que me diera la gana con tal de que fuera en silencio.


Recuerdo un capítulo de la serie Pete & Pete, The Nightcrawlers, en la que Pete chico se convence de que "la hora de dormir" es una conspiración de los adultos para mandar a los niños a la cama mientras ellos hacen cosas geniales. Desafía la hora de dormir e intenta romper el record mundial de 11 noches en vela. Mi héroe. Desvelarse a esa edad era divertido, misterioso y secreto.

Creo que es como lo que ocurre con los ginecólogos. En un momento de sus vidas el cuerpo femenino era exitante y misterioso pero ahora es su chamba y puede ser una monserga.

Lo malo no se detiene en querer dormir y no poder. Lo peor es que en esos momentos el cerebro entra en un modo "Rompe todo, chinga todo" y cualquier problema que durante el día se puede ignorar cómodamente con una buena película, ahora parece ser todo lo que existe (creo que debo hacer más ejercicio). Entonces, con la desesperación de no poder dormir y las ganas de hacerlo, el insomne se llena de epifanías (si salgo todas las tardes a correr con el perro ya la hice, a huebo, mañana mismo empiezo) Estoy seguro de que hay quien ha encontrado la solución al calentamiento global, la cura del sida, resuelto el asesinato de Paulette y de JFK, y hasta descubierto el sentido de la vida, todo dando vueltas en la cama para la mañana siguiente no acordarse de un carajo

Al comentar la situación con amigos me han recomendado Valeriana, Té de doce flores, flores de Bach, ejercicio (¡ya sé que tengo que hacer más ejercicio!) y hasta un baño de lechuga. No sé que tanto funcionen las flores, pero últimamente me he aventado una mezcla de té con valeriana que hacen las desveladas más divertidas y las epifanías más idiotas.

Me cae que me gusta la noche. De verdad. Pero a veces creo que los días serían un poco mejores si pudiera descansar un poco más... o si consiguiera un trabajo que no me obligue a levantarme a las seis de la mañana. Como sea, me voy a la cama a ver si descubro el misterio de la virginidad de María en el Golden.

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